Discurso Aniversario PS 15 de abril 2005

Intervención en acto de aniversario del Partido Socialista
15 de abril de 2005

Estamos aquí por el sencillo gusto de confraternizar, de estar juntos, de compartir voluntariamente un proyecto colectivo, de expresar afectos, porque la política socialista es una actividad que debe ser siempre y en primer lugar humana y fraternal. Digamos las cosas como son. El proceso en que estábamos embarcados de cerrar la amplia brecha entre la gran audiencia de nuestros liderazgos nacionales y la escasa audiencia del partido entre los ciudadanos, está sufriendo un retroceso, porque no supimos, no supe hacer frente a los que tenían intereses espurios, aunque estuvimos muy cerca de lograrlo, y porque no supe convencer a los que de buena fe reivindicaron la democracia interna a la ahora de plantear la continuidad del esfuerzo de la anterior dirección. Y aunque hoy estamos fuera de la gestión partidaria, debemos seguir convocando a todos a hacer lo que nos propusimos cuando asumí la presidencia: trabajar para construir un partido institucional, colectivo, abierto, tolerante, fraternal, convocante, sustentado en un proyecto de futuro que represente a cabalidad esos valores y principios. Muchos de buena fe pensaron que no era esa la tarea que nos habíamos propuesto, que veníamos a administrar lo existente, pero constataron que no teníamos otro compromiso que servir la causa del socialismo.

Hace un año estábamos en el Estadio Chile, con 7 mil personas, planteando orgullosamente nuestra historia y nuestro futuro en el camino de cerrar la brecha entre un partido no siempre atractivo y los valores socialistas que encarna un liderazgo que la sociedad hace suyo con cada día más entusiasmo. Hace un año, como presidente del partido, señalé que el PS se ponía a disposición de Michelle Bachelet para las tareas que debía enfrentar por voluntad del pueblo de Chile. Fui criticado, por los mismos que hoy han tomado en el poder en el partido. Se me decía que era imprudente. Pero de ese modo se fue abriendo una perspectiva, que hoy pertenece a todo el pueblo de Chile y que ya no tiene línea de retroceso, pese a quien pese. La política que no hace opciones ni asume riesgos es otra cosa: es administración de intereses creados. Nosotros no estamos para eso.

Nos hubiera gustado estar de nuevo con todo el partido, independientemente de quien lo dirija, celebrando, con jóvenes, con mujeres, con trabajadores, con vecinos que comparten nuestros valores y nuestro proyecto. A falta de convocatoria común, más allá de ir al cementerio o de hacer actividades de esparcimiento, buena sea la nuestra, de los que no necesitamos cargos para ser de izquierda, para ser socialistas. De los que no necesitamos cargos para decir en voz alta y con orgullo que somos personas de izquierda, que siempre lo hemos sido y que siempre lo seremos, porque está en nuestro ADN, estemos cerca o estemos lejos del poder. Pero cuando se tiene una concepción burocrática de la política, no se le encuentra sentido a convocar masivamente a los socialistas y al pueblo. Nosotros si le encontramos sentido.

Y nunca hemos rehuido enfrentar las dificultades. La tarea de hacer avanzar el socialismo en Chile no es una carrera de 100 metros planos, se parece más a correr una maratón. Los que calculan que este año vale más que otros años porque está en juego la participación en el poder del Estado, y están dispuestos a cualquier cosa para dirigir la burocracia partidaria cuando esto ocurre, se equivocan. Hacer avanzar el socialismo es una tarea de largo aliento que se realiza en la familia, en el lugar de trabajo, en el barrio, en el Estado, pero sobre todo en el plano de las ideas que convocan a los ciudadanos, convenciendo, militando, haciendo crecer al partido, sus valores y su proyecto de sociedad, año tras año, de generación en generación. Y siempre nos pondremos al frente para sacar las lecciones que corresponde y seguir tenazmente trabajando por nuestro proyecto común.

Les propongo que saquemos las lecciones de los acontecimientos recientes. Constatemos que han tenido éxito temporal los que sin contemplaciones quieren transformar al PS en un instrumento al servicio de la ilusión de un poder personal o de caudillos. Eso debemos impedirlo. Creo tener autoridad moral para convocarlos a esta tarea. Yo no usé al PS para acceder al gobierno, yo estaba en el gobierno por petición del Presidente Lagos y dejé mi cargo de subsecretario de la presidencia para trabajar por fortalecer el PS. Por eso renuncié a toda ambición parlamentaria personal para defender el interés partidario y no el de personas, por eso el actual proceso de construcción de una corriente partidaria que reivindique la necesidad de un nuevo socialismo es un proceso colectivo, político y de ideas, no la adhesión a caudillos o a un individuo. Y estoy seguro de que los que así pensamos somos mayoría. Me comprometí públicamente a trabajar por la unidad partidaria, así se lo he expresado al actual Presidente del partido y lo seguiré haciendo. La tarea de poner en la presidencia de Chile a la Dra Michelle Bachelet está por sobre cualquier otra consideración. Acepté formar parte del Comité Ejecutivo de su campaña presidencial a partir del próximo Lunes. Pero seguiremos en el empeño de erradicar del partido el irrespeto del “estado de derecho” interno, las violaciones estatutarias, las murmuraciones que debilitan credibilidades, las estrechas motivaciones personales en la actividad partidaria que construyen máquinas electorales carentes de contenido político, y por supuesto, toda censura, como la que hoy se intenta practicar en las redes internas partidarias. Debemos impedir que en el partido reine la intolerancia, que lleva a la persecución del que piensa distinto. Hay quienes no vinieron hoy porque consideraron prudente no exponerse a eventuales represalias. Eso debemos derrotarlo. La reforma del partido, un radical cambio en su organización y métodos, junto a una fuerte renovación de su dirigencia, como empezamos a prefigurarlo durante nuestra gestión, es entonces la tarea que no puede esperar y que esperamos tenga el apoyo de la mayoría de los militantes en marzo de 2006. Junto a la reforma partidaria, es necesario contribuir a la generación de una nueva dirigencia y de nuevos liderazgos, que ofrezcan esperanza a la militancia, que garanticen la continuidad con el legado histórico del PS y que faciliten la discusión de las ideas, de las propuestas y del programa socialista para el futuro próximo del país.

Constatemos también que en ausencia de contenidos políticos, se convocó a cambiar a la anterior dirección sobre la base de aludir de manera más o menos solapada que esta no era “socialista histórica”. Debemos impedir el tribalismo en el partido. Lo que un 19 de abril de 1933 en la casona de Serrano 150, precisamente se propusieron Eugenio Matte, Oscar Schnacke, Marmaduque Grove, Artuto Bianchi, Eugenio Gonzalez y tantos otros fue terminar con la división tribal que era el estado de la izquierda socialista hasta entonces. Debían cesar las disputas entre los ácratas de la FECH y del sindicalismo anarquista, los masones de la Nueva Acción Pública, y las sensibilidades socialistas de diversa proveniencias. Y así lo hicieron nuestros fundadores. Después la tarea fue impedir el faccionalismo, que desgraciadamente por tanto tiempo hizo daño al socialismo chileno. En el PS de hoy nos deben unir valores, nos deben unir principios, nos debe unir un proyecto de izquierda, nos debe unir la común voluntad de recorrer los caminos que conduzcan a concretar ese proyecto de izquierda. Nunca nos debe dividir en que espacio de la izquierda militamos previamente. Nos fundamos como casa común de la izquierda. Defender al Partido Socialista como casa común de la izquierda es ser un auténtico socialista histórico. Los que a falta de ideas y de proyecto que no sea el poder personal aluden al socialismo histórico como no haber militado nunca en otra organización, simplemente faltan a la verdad histórica.

Nuestra afirmación es que los socialistas somos de izquierda, que no estamos para ser acomodaticios con el poder, estamos para impugnar y contradecir y luchar contra el poder que se ejerce en contra de los intereses de las mayorías, de los trabajadores, de los ciudadanos, y cuando accedemos a él, es para usarlo para hacer avanzar los intereses del pueblo y de la Nación. No es ser de izquierda ser genuflexo, y aquí estamos los que tenemos la voluntad de seguir reivindicando siempre y en toda circunstancia el carácter de izquierda del socialismo, los que no estamos dispuestos a poner agua en el vino de nuestros principios igualitarios y libertarios, del valor que le asignamos a la solidaridad y a la fraternidad.

Nuestro desafío es reafirmar nuestro proyecto de transformación de la sociedad y profundizar la capacidad del mensaje socialista de convocar a una amplia mayoría social y política.

La razón de ser del socialismo es luchar por una sociedad justa en la que prevalezca una plena democracia política, social y económica, que garantice a los ciudadanos igualdad en dignidad, oportunidades y derechos. El proyecto socialista es el de construir una sociedad que permita a todos desarrollar fraternalmente sus proyectos de vida, acceder a las diversas expresiones de la cultura y a medios de vida dignos.

Luchamos por el respeto irrestricto de los derechos humanos, por la igualdad social entre los géneros y contra la discriminación de la mujer, contra la xenofobia, contra la discriminación étnica, contra la discriminación de que son objeto las minorías sexuales. Nos comprometemos con las futuras generaciones que ven amenazado su acceso al patrimonio ambiental por la explotación depredadora de los recursos naturales.

Para lograr esas metas, proponermos una nueva alianza de la clase trabajadora y de los sectores medios para luchar democráticamente contra la concentración del poder económico, el predominio del capital y del afán de lucro y la subordinación de los que no tienen otra capacidad económica que la de vivir de su trabajo, que no tienen oportunidades de inserción económica o no tienen como subsistir dignamente, mientras los privilegiados viven en la opulencia apropiándose de lo que otros producen o crean, de los recursos que la naturaleza ha puesto a disposición de todos o de lo que las generaciones anteriores han creado.




Queremos una sociedad más democrática, que extienda la participación de los ciudadanos en todas las esferas de la vida política, social y económica, tras la meta de una nueva Constitución Política que deje atrás el sistema institucional heredado de la dictadura. Un nuevo orden constitucional que tenga como eje los derechos humanos; que asegure la representación proporcional de las minorías; que termine con el excesivo presidencialismo otorgando iniciativa parlamentaria y popular en la gestación de las leyes (y no a través de prohibiciones de reelección que no son sino un miedo a la democracia); que posibilite iniciativas de la sociedad civil; que garantice los derechos de los chilenos que residen en el exterior, que elimine todo rastro de discriminación hacia las mujeres, los jóvenes, las minorías sexuales, los pueblos originarios y otros sectores excluidos, y que establezca el plebiscito como forma de ejercicio de los derechos ciudadanos en temas relevantes para la vida social.


Postulamos la superación del modelo económico neoliberal en la perspectiva de un país más igualitario en todos los planos de la existencia: la economía, la cultura, los derechos ciudadanos, la justicia, la educación, la salud, entre otros muchos aspectos relacionados con una mejor calidad de vida.

No existe un destino manifiesto que obligue, en el marco de una economía de mercado, a una estrategia única para avanzar hacia una sociedad más equitativa. Tampoco en los países industrializados existe una estrategia única de desarrollo. A pesar de la nueva realidad económica mundial hay diferencias entre la economía de bienestar de Europa o del sistema japonés respecto a la economía liberal de los Estados Unidos, que hoy marca la pauta en Chile.

La mundialización de la economía impone restricciones a las políticas nacionales. Sin embargo, siempre hay márgenes de maniobra para los cambios de la política pública. Ello requiere coraje, claridad estratégica, férrea voluntad de la autoridad y mucho liderazgo. Por ello decimos que aún en el difícil contexto actual es posible implementar estrategias de desarrollo y políticas alternativas al modelo de capitalismo salvaje que quieren imponer los neoliberales.

Las micro y pequeñas empresas pueden desempeñar un papel mucho más activo, con mejor inserción internacional y mayor potencial de acumulación interna si existe un decidido apoyo crediticio y tecnológico del Estado, y se aprovechan debidamente las posibilidades que ofrecen los sistemas modernos de información y de comunicaciones para aumentar la productividad.

Los esfuerzos de descentralización y para promover el equilibrio entre las distintas regiones, requieren de más inversión privada y de recursos públicos que vayan más allá de la inercia presupuestaria. Es necesaria también una reestructuración geográfica de los procesos productivos, que permita un desarrollo espacial equilibrado del país y no sólo una descentralización administrativa que sea la mera distribución de una parte del poder de las elites centrales a las regionales.

Estamos comprometidos con la defensa de nuestro patrimonio natural, de nuestra diversidad biológica, de nuestros recursos energéticos, de nuestra flora y fauna, mediante una política nacional de protección del medioambiente, que garantice a los chilenos de hoy de mañana un ecosistema libre de contaminación. Debemos fortalecer la institucionalidad del Estado en materia de protección y conservación de recursos naturales, ecosistemas y biodiversidad.

Insistimos también en gravar la extracción de recursos no renovables, como debiera suceder con el royalty al cobre, impulsar la explotación sustentable del bosque nativo e impedir su reemplazo por especies exóticas. Promover también actividades económicas que agreguen valor a la producción de las comunidades locales. en políticas de protección del medio ambiente.

Para cumplir su programa el nuevo gobierno necesitará una amplia mayoría en el Congreso, lo que significa presentar candidatos y candidatas con perfiles muy bien definidos de apoyo a las propuestas de cambio, para asegurar una numerosa y activa representación en el Poder Legislativo, con doblajes en un número de significativo de distritos y circunscripciones.

El respaldo que la ciudadanía está dando a Michelle Bachelet constituye para nosotros los socialistas una oportunidad, un desafío y una gran responsabilidad, porque el próximo gobierno tendrá que responder a una creciente demanda por una mayor justicia social e igualdad, no solo económica, sino también en el acceso a servicios públicos de calidad en educación, salud, vivienda; mejores condiciones de trabajo; mayor acceso a los bienes culturales y a todos los aspectos que hacen una mejor calidad de vida. Michelle Bachelet es la expresión de una demanda social de redistribución del poder en todos los planos y ella está dispuesta a asumir ese desafío y por eso cuenta con nuestro apoyo.

Para cumplir con estos propósitos resulta indispensable construir un Nuevo Socialismo, capaz de responder con inteligencia y creatividad a los retos que nos plantea el presente y el futuro, que -dada la dinámica de la sociedad contemporánea-- se convierte sin que nos demos cuenta en parte del pasado. Hoy más que nunca cobra vigencia la célebre frase de Heráclito, padre de la dialéctica: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”.

Una reforma ética y democrática del partido, un PS fuerte protagonista de la vida política y cultural del país, y la construcción de un Programa centrado en más democracia y un nuevo modelo de desarrollo económico y social, son, entonces, tareas que demandan un nuevo socialismo para Chile.
Muchos socialistas queremos emprender ese esfuerzo, convencidos de ser coherentes con un partido depositario de ideales y de entrega desinteresada a la acción política.

Hemos afrontado muchas batallas, dedicado esfuerzos y recursos para hacer realidad los principios y objetivos del PS. Hemos combatido a la dictadura y luchado en la democracia para ganar más espacios de desarrollo de los ideales de igualdad, libertad y solidaridad propios del socialismo.
Hoy debemos emprender otro esfuerzo, convocar a la gente noble del partido, más allá de diferencias menores, a recuperar y potenciar el PS, este instrumento precioso de los hombres y mujeres que sólo tienen sus manos, su inteligencia y su trabajo para vivir mejor y hacer más grande y justa la patria de todos.

A esa digna tarea, que hace honor a la mejor tradición del socialismo chileno, convocamos a los militantes y amigos del Partido Socialista de Chile.

Esa tarea los socialistas chilenos la asumimos orgullosamente con Salvador Allende en la memoria, con la inspiración del ejemplo de los que nos precedieron en este esfuerzo y con el especial respeto a los que dieron su vida por el socialismo y a los que nos debemos en nuestros esfuerzos cotidianos de seguir sembrando esperanza. Muchas gracias por su presencia hoy aquí.

¡Viva el socialismo! ¡Viva Chile!










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